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LA PEDAGOGIA SISTÉMICA EN LOS CENTROS EDUCATIVOS. ¿QUÉ SIGNIFICA PARA LOS EDUCADORES?



Fuente: Flickr. Autor de la foto: Assier Gallastegui. Mirada sistémica III

Soy educadora de la guardería municipal La Ginesta de Sant Esteve Sesrovires, hace ocho años que conocí el paradigma educativo de la pedagogía sistémica, si bien en su momento no era consciente de hasta donde me podría llevar esta nueva corriente, ni de hasta qué punto me haría tambalearme por dentro. La pedagogía sistémica hay que sentirla, asumirla y hacer de ella un estilo de vida.
Esta corriente pedagógica es una nueva forma de mirar que se fundamenta en tres órdenes básicas que todo ser humano necesita para caminar en la vida. Se trata de las tres órdenes del amor, que fueron establecidas por Bert Hellinguer (padre de la pedagogía sistémica) y que enumeramos a continuación:

-derecho a la pertenencia: todos cuando nacemos tenemos la necesidad de pertenecer a un sistema, al nuestro. Se trata del sistema primero y único en el que estaremos vinculados toda la vida: el sistema familiar.
-la jerarquía: tener un lugar, un orden, nos hace conscientes y nos ubica en el mundo. Primero son los padres y, después, los hijos.
-equilibrio entre dar y recibir: no podemos dar a quien no nos pide ya que, si lo hacemos, creamos en el otro un sentimiento de deuda.

Mirando la pedagogía sistémica desde su significado más amplio, podemos decir que todo ser humano pertenece a un sistema, el cual está formado por generaciones anteriores que hacen que el individuo actúe de una manera o de otra, dependiendo de las connotaciones fenomenológicas.

Si toda esta corriente pedagógica la trasladamos al sistema escolar, podemos decir que la pedagogía sistémica es una mirada más amplia del niño como representante de su sistema familiar, de su entorno, y que se mueve por una mirada transgeneracional que permitirá tener unas actitudes , motivaciones, etc., en función del lugar que ocupe dentro del sistema.

Un sistema engloba el otro (familia-escuela), por lo tanto, para poder acompañar al niño en su proceso de vida y de crecimiento, debemos entender que desde su nacimiento este niño está predestinado al éxito: sólo debemos darle las herramientas necesarias para poder desarrollar todas sus capacidades innatas de aprendizaje. Esto "obliga" al maestro/a a mirar al niño más allá de su individualidad, a tener en cuenta que pertenece a una familia, la primera en orden jerárquico; a considerar que la escuela es el segundo sistema y que, para poder acompañar al niño en su proceso, hemos de acoger y aceptar su familia tal como es, darle un lugar y, sobre todo, tenerla presente en el proceso.

Esto significa no juzgar, mirar con buenos ojos, huir de consejos y admitir que nosotros, como maestros, también pertenecemos a un sistema con todas sus connotaciones. Por lo tanto, a veces, lo que juzgamos de los otros puede ser algo no resuelto en nuestro propio sistema.

Por este motivo, debemos tener muy claro que nosotros sólo somos maestros y que la base más importante de todo este nuevo paradigma es el cambio de mirada. De esta manera podremos acompañar a los niños y a las familias en el proceso de aprendizaje, formarán parte de nuestro sistema durante un tiempo determinado y lo que hacemos, decimos, miramos, los marcará como personas. Así pues, hagamos posible que mirar a los niños desde el amor sea la forma de acompañarlos en su proceso de vida, huyamos de los conocimientos y centrémonos en cuidar y mimar las emociones, para que las identifiquen,copie montre les pongan nombre y, de esta manera, conseguiremos que aprendan sin prisas, sin castigos. Dejemos que los niños aprendan poco a poco y cultivemos la cultura de la emoción, los silencios y, sobre todo, del tiempo de cada uno.

Núria Ortega Martínez

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